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Inclusión temprana para catapultar el desarrollo de los niños con discapacidad

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los niños y niñas con discapacidad aún se encuentran entre los más excluidos e invisibles en todo el mundo. Se estima que uno de cada diez nace con discapacidad o la adquiere durante la infancia o adolescencia.

Para contrarrestar esta situación, el concepto de inclusión temprana procura contribuir a potenciar las expectativas de desarrollo para todos los bebés, niños y niñas, independientemente de sus capacidades. Cuando las familias, cuidadores y profesionales logran sortear los estereotipos e identificar las oportunidades de movilización de apoyos, pueden establecer una adecuada selección de objetivos que respalden sus esfuerzos para lograr una inclusión con calidad y equidad.

En el caso de los niños y niñas con discapacidad, generar altas expectativas y promover su máximo potencial de desarrollo conlleva la necesidad de reconfigurar las prácticas educativas y los servicios que apoyan la inclusión. Esto se logra a través de una gama de acciones y prestaciones mediadas por las políticas y programas de primera infancia.

La realidad sobre el mundo de la niñez con discapacidad

El principal reto en relación a la infancia con discapacidad en nuestra región consiste en la falta de datos adecuados y comparables que permitan conocer sus características socio-demográficas y monitorear las estrategias de respuesta.

La Organización Mundial de la Salud y el Banco Mundial estiman que más de mil millones de personas viven con alguna forma de discapacidad, y hablan de aproximadamente 100 millones de niños de entre 0 y 14 años con discapacidad.

 

La inclusión temprana puede activar el máximo potencial de desarrollo para todos los bebés, niños y niñas, independientemente de sus capacidades y de su manera de relacionarse en el mundo. Su impacto es, por ende, aún más grande y relevante cuando se aplica a la infancia en desventaja a causa de la falta de capacitación en torno a la discapacidad en esta etapa.

 

Para movilizar e integrar recursos de apoyo y herramientas inclusivas de calidad, accesibles a todas las familias, el primer paso consiste en identificar y geo-referenciar recursos, instituciones y personas con conocimientos, experiencia y capacidades de apoyo en el abordaje de familias de niños con discapacidad. En la actualidad, muchos recursos se encuentran desaprovechados por falta de visibilidad y barreras burocráticas que impiden su utilización efectiva. Los acuerdos intersectoriales e interinstitucionales pueden cambiar esto, conformando circuitos de inclusión temprana que conecten recursos y capacidades técnicas existentes a nivel central y territorial.

 

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La inclusión temprana como apuesta al desarrollo

 

Una de las características más preocupantes que afecta a la sociedad hoy tiene que ver con la in-equidad, la falta de cohesión social y las tensiones sociales resultantes. Por otra parte, hay también una corriente esperanzadora que reconoce la diversidad y los derechos humanos como una base sobre la cual toda sociedad moderna debe construirse.

Una forma de movilizar recursos integradores, opuestos a las in-equidades, es a través del reconocimiento temprano, desde la cuna, de que todas las personas tienen capacidades y fortalezas que aportar.

A partir de la inclusión temprana se impulsan entornos que promueven los derechos, sin exclusiones ni discriminación. Erradicar las prácticas discriminatorias y pre juiciosas para la población en general y para la niñez con discapacidad en particular contribuirá a un mejor proyecto de vida para estos niños y niñas y sus familias, y por ende, para toda la humanidad.

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